La escritura sobre cristales es prueba determinante de que lo de fuera posee una naturaleza diferente a lo de dentro. Desde dentro, solo existen garabatos en lugar del mensaje que fuera ni se inmutan por leer. Dentro, en invierno, se respira en la cápsula del aire respirado, una atmósfera cada vez más familiar, como el haber recibido un premio por una redacción escolar. Mientras fuera lo real se vierte en el lienzo de un pintor expresionista que nunca se preocupó por aprender la mínima caligrafía del dibujo y prefiere las brochas a los pinceles, dentro el artista se ha dormido.