lunes, 27 de abril de 2020

Safo | El destierro 07



Las gaviotas. De repente no mueven el barco las sacudidas del oleaje en la madera, ni la panza tensa de la vela, ni el coro de lamentaciones de los remeros. Solo graznidos. Y en el horizonte, un bulto oscuro, un reptil de arena sobre las aguas. Siracusa. Dan ganas de sacudir las alas y de chillar con las gaviotas el nombre de los dioses dementes que mudan los destinos con un mohín en el labio superior. La «dulce bahía», la llaman los marineros que sueñan con otras geografías. El dulce muro creo que gritaré cuando mis pies reciban su aspereza.