lunes, 15 de abril de 2019

# 609


Lo que espacio o tiempo no convocan lo reúne la escritura cuando araña el papel. Luz y noche, novios que pasean de la mano en el vuelo de la luciérnaga. Mar y sábana comparten idéntica materia durante el abrazo. Lo que el tiempo desconoce y lo que el espacio —gran visionario— sueña con los ojos abiertos lo construye el sonido de una voz al susurrar un nombre. La realidad no ha sido nunca la taxonomía de insípidos instantes. Lo concreto solo registra el informe de ruidos. El silencio en el que transcurre una mirada queda en las afueras del tiempo.