sábado, 20 de octubre de 2018

1870. Rosalía en Simancas



Cada ausencia mece su dolor con una cantiga que, como enredadera, se abraza al tronco de un castaño y asciende entre las ramas para que en lo alto la letanía suene. Pero en la ventana desde donde aún no sé asomarme solo escucho en el aire silencios. La manta que se extiende sobre el cadáver cuando no hay nadie que lo reclame porque ninguna canción haya evocado su nombre. Con el sol a plomo sobre los senderos, qué más da que alguien parta o regrese. Cuando logre salir oiré solo el bisbiseo de las espigas que se rozan al viento.