sábado, 22 de septiembre de 2018

Dietario de sensaciones, 52



La sesión matinal del cinematógrafo programa cada día la misma película y cada mañana resulta una película diferente. Es un cine impropio, esa es la verdad. En lugar de reflejar el movimiento en la pantalla y dejar a los espectadores quietos en sus asientos durante la proyección, el cine de las mañanas transporta a los espectadores a lo largo de una realidad quieta —las avenidas, los árboles, los edificios, los escaparates, la luz—al otro lado de la pantalla de cristal con motas. Me acomodo en la butaca y mantengo la máxima atención. El director de la película soy yo.