Por norma general un minuto antes de cerrar entra un cliente. Aquella tarde, dubitativo. Y para colmo con las prisas la persiana del colmado se atascó. Llamé al dueño: «Número desconectado o fuera de cobertura». ¿Quién se larga pensando que desvalijarán la tienda? Compré un kebab, me senté en el suelo a vigilar. Se acercó a husmearme un chucho. La correa. Detrás, la chica. Me sonrió al ver que le sonreía al perro. Me dijo: Cuéntame algo. No iba a contarle mi vida, así que eché mano de la imaginación. Se quedó conmigo y luego todas las noches desde entonces.