sábado, 2 de septiembre de 2017

Coro de ausentes | WOLFRAMIO


La lámpara ilumina
las páginas del libro, el resto queda
en penumbra.
Las palabras, actrices en escena,
interpretan y cantan para dos
ojos. Su público de sombras
lo forman el armario, un cuadro, apliques,
las mesillas de noche, las cortinas
y la alfombra. Platea idéntica
a cualquier patio de butacas
de un teatro cualquiera donde
una sola persona vea lo que acontece.
Es el pequeño
milagro de la poesía.
No existen los plurales.

Lo que alguien escribió, quizá
a la luz de una vela en otro siglo,
quedó escrito solo para un lector.
Cuando lo lee, cobra luz. Y arrojo.