—¿Sargento
Hemingway?
—¿Quién
pregunta?
—Yo,
mi sargento.
—¿Recluta
Antunes?
—Yo,
mi sargento.
—¿Y
sabes decir algo además de yo mi sargento?
—Sí,
mi sargento.
—Me
alegro.
—Gracias,
mi sargento.
—De
nada. Nos vemos.
—¿Sargento?
—¿Querías
algo?
—Sí,
mi sargento.
—¿Ahora?
—Sí,
mi sargento.
—¿Y
sabes decir algo además de sí mi sargento?
—
Mi sargento, sí.
—Fantástico.
Felicidades.
—Gracias,
mi sargento.
—De
nada. Pásalo bien.
—Una
pregunta, sargento.
—¿Quieres
que pierda toda la mañana contigo?
—No,
mi sargento.
—¿Así
que hay algo que no entiendes?
—No,
mi sargento; digo, sí mi sargento.
—¿Te
aclaras?
—Sí
mi sargento; digo, no mi sargento.