sábado, 18 de febrero de 2017

1978-«El imitador de voces»


A los juzgados, por favor. El joven taxista de agitado cabello se da la vuelta. Le encara: ¿A los juzgados? A ver, explíqueme por qué. Thomas lee la tarjeta de identidad que replica el temblequeo del diésel: «Blaise Pascal». Mira la fotografía. El rostro, aunque mejor peinado, coincide. Insiste: ¿Podría llevarme, por favor, a los juzgados? Sobresaltados los ojos, el conductor da un golpe de ira contra el volante: Eso tendrá que explicármelo antes. Thomas duda: ¿Explicárselo, cómo? Se revuelve aún más la revuelta melena: ¡A los juzgados, como si fuera tan fácil! Se araña las mejillas: ¿Quién puede juzgarnos?