Estás rendido, chaval. Y mientras lo dice Miguel de Cervantes
Saavedra, jefe de camareros en la Cervecería Realidad, apoya el mentón sobre el
palo de la escoba a modo de pedestal ligero. Ahora barro, señor —promete Raymond sentado sobre una mesa por
recoger con una caña en la mano. El horizonte se abre a un oleaje de colillas
pisoteadas, cáscaras de altramuz, cuentas arrugadas, paquetes vacíos y un
sinfín de bultos indeterminados. Ahora
mismito, señor —le repite a su espalda de navegante que rema contra la
marejada. Descansa, chaval, hoy limpio
yo. Nada hay que rejuvenezca más que la deshonra.