martes, 3 de enero de 2017

Becqueriana / 98


Los cuerpos, las palabras. Tan opuestos como parecen y sin embargo tan idénticos. El cuerpo frente al espejo abre el cuaderno de las palabras. Las palabras caligrafiadas en la piel despiertan al cuerpo, lo arrancan. Tan semejantes. Un cuerpo escribe con sus sensaciones las palabras más intensas sobre otro cuerpo. Su prosa memorialista desgrana en una caricia lo vivido y en un clamor condensa lo que siente. Una palabra provoca en la piel sensaciones que solo los cuerpos saben deletrear. Su lirismo estremece. Cuerpo y palabra, regalos del tiempo, los únicos que saben silenciarlo. Que le dan sentido al lugar.