jueves, 14 de enero de 2016

Becqueriana / 81


Los poemas de amor se escriben con la caligrafía secreta de los laberintos, pero tienen la apariencia clara, sencilla y rotunda de una flor. Se leen con la facilidad que tiene el agua para encontrar un cauce cuando desciende una ladera, pero ocultan el lugar exacto de la fuente, que solo dos conocen. Un poema de amor flota siempre sobre la superficie del significado, abierto como un nenúfar con los colores mejor combinados, pero sus raíces se hunden en la profundidad del sentimiento, de la voluntad y del deseo, lugares que la luz nunca ilumina. Nacen del fondo del ser.