No es la saeta que se alza y sin nada alcanzar gira y regresa. Ni el tranvía que se detiene un instante en la parada sin que dé tiempo a descender y sigue luego calle abajo. No es cauce. El lugar no avanza. Tampoco, perpetuo oleaje, permanece estancado. Como la luz tenue de una estrella, se expande; raíz, copa de un almendro en flor o pétalos de una camelia. Envejece y renace al mismo tiempo, y su tiempo no decora el presente. Lo encarna. Es el presente quien no gira y regresa, quien no sigue calle abajo. Quien suma. Congrega.