lunes, 1 de diciembre de 2014

Cuaderno de tapas rojinegras \ 28


No se sientan nunca las sillas. En pie siempre. Esperándonos. Igual que un perro que aguardara el regreso de su amo junto a la puerta. Un ramo de rosas sobre la mesa que pide un jarrón lleno de agua. Así las sillas nos esperan. Su paciencia, imperturbable. Y cuando nos sentamos, también ellas al fin se sientan. Descansan. Ladrido del can feliz, aroma de flores. Nos hacen masajes en la espalda, en el trasero, en las pantorrillas. Sujetan los brazos. Y cuando nos movemos intervienen en la conversación con un ligero gruñido, que es su rara manera de expresar alegría.