jueves, 23 de octubre de 2014

En el Pabellón de Paredes Imperceptibles 一 在看不见的墙壁大厅


Como no era una de las colinas célebres, antes de alcanzar su falda el camino se desviaba hacia el oeste. Flecha que apunta a poniente, pensé, que no he de seguir. La ruta de mis pasos al abandonar el camino apenas se veía bajo el acoso de la maleza. Las zarzas arañaban la túnica y mis tobillos daban de comer a los insectos. La decisión no era más certera de aquella que toma el que huye. Aguardaba únicamente el don de la soledad. Quién podía imaginar, entre aquellos barrancos insalubres, que sin soñarlo siquiera hallara el Huerto del Ciruelo Inmortal.