jueves, 9 de octubre de 2014

Ciutadella express 3


En mi juventud la palabra «váter», que como anglicismo debió de ser una adquisición rutilante años antes, empezaba ya a sonar regular. No tan mal como ahora, quizá. Lo fino era, en un restaurante, preguntar por el «uve ce». Y pese a ser una expresión tan abstracta, o tal vez tan obtusa, no tardó mucho tampoco en empeorar. Le sucedió durante un tiempo el término «servicio». Una bonita paradoja: el lugar donde nadie es servido. Tal vez sea el que más he usado durante mi vida, y si no controlo aún se me escapa. Hoy ya resulta feo. E impropio. 

Fue sustituido por «lavabo». Magnífico eufemismo: resulta tan higiénico querer lavarse. La verdad es que, con cierta ingenuidad, pensé que este había llegado para quedarse. Lo asimilé con facilidad y cierto entusiasmo, pero pese a los buenos propósitos de la raíz, «lavabo» empieza también a parecer rudo. Quizá incluso palurdo. Más me cuesta hacerme con su sustituto actual. Preguntar por la ubicación de la «tualet» o «tualet-e» suena cursi, aunque no veo otra opción. Peor parado ha quedado —pienso— el verso con el que Fray Luis de León traduce otro del Cantar de los Cantares: «Metióme Elrey en su retrete».