martes, 1 de julio de 2014

Becqueriana / 54


Las aves trazan rumbos. No van de ninguna parte a parte alguna. Se desentienden de dirección e itinerarios. Trazan curvas donde otros siguen líneas rectas. Su escritura no narra. Es solo una expresión del deseo. Vuelan. Las aves vuelan por el gozo de transitar el aire. Y pían. Su piar enreda el silencio con sonidos igual que sus vuelos garabatean el cielo. No hay relato. Se alzan. Recorren el espacio sin poseerlo. Sin pedir permisos. Y de vez en cuando se detienen sobre una rama y con el pico, indiferentes a quienes les estén contemplando, se acarician el cuello. Intensamente.