jueves, 12 de junio de 2014

Cuaderno de tapas rojinegras \ 20


Medio desencajada y con los cristales rotos, los herrajes de la ventana chirrían cuando trato de abrirla sin lograrlo. Tropieza su cierre. Astillas de pintura caen como escamas de un pez muerto nada más rozarlas. Sobrevuelan la estancia y brillan un instante sobre los escombros acumulados en el suelo. Tiemblan las hojas si las fuerzo. Ni yo mismo podría explicar por qué quiero abrir una ventana que ya no tiene cristales. Pero sigo intentándolo. La observo por descubrir el estorbo. Me empeño. Cuando lo consiga, me digo, habré hecho lo que otra persona hacía a diario. Aquí. Comprenderé sus gestos.