martes, 6 de mayo de 2014

Cuaderno de tapas rojinegras \ 14


El papel donde la mañana sosegada se convierte en escritura aún conserva las irregularidades del molde que filtró el agua. Y pequeñas motas grises, también partículas oscuras, restos de ciertas impurezas que acabaron trituradas junto a los periódicos viejos, los trapos y los cartones con los que se hizo la pasta pobre de papel que unas manos artesanas encuadernarían, después del secado. La pluma va tropezando en los baches de la hoja. Y la caligrafía avanza turbia. Un cauce removido en el que el lodo del fondo asciende a la superficie. Una forma de dejar de ver que muestra más.