Aunque solo sea un vistazo por encima del periódico y entre el bosque de piernas del que me protege si voy sentado, al ver el nombre de esta parada regreso a la melancolía de mis quince años. Me senté en Green Park media hora antes de la hora. Apenas entraba o salía gente. Un domingo de invierno. Se hizo la hora. Me puse nervioso. ¿Qué significa quedar con alguien? Caminar, ¿hacia dónde? Tomar algo, ¿en qué lugar? Tantas cosas por pensar que ni me di cuenta de que había pasado una hora. Luego dos. Dos y media. ¿Y mi cita?