jueves, 11 de julio de 2013

1881

Cornelia Adriana repudia las cartas de amor de su primo Vincent

Cómo quieres que lea la sarta de sandeces que me escribe cada día desde que llegó a Etten sin que nadie sepa qué demonios se le ha perdido aquí. Ya cometí el error de leer la primera que me mandó, y aún echo espuma por la boca. Maldito holgazán. ¿Por qué no se enamora de un pozo y se tira? Solo imaginarme su cuerpo seboso de zanahoria me entran arcadas. Y además, qué futuro tiene. Se pasa el día pintando tontadas. El otro día me enseñó un sembrador que parecía un payaso con retortijones. Que cosa más fea. Qué pesadilla.