miércoles, 13 de febrero de 2013

1942

Juan Ramón Jiménez descubre el paisaje andaluz en La Florida

Avanzo muy despacio por la tarde que el horizonte incendia sobre el espejo de la marisma. Agua cárdena bajo el cuerpo de leves y anaranjadas nubes. Su pasión dicta en mí las palabras que se dicen los amantes al oído en la hora de su encuentro, pero yo no puedo escribirlas. La luz de la hoja me ciega en cuanto desenrosco el capuchón de la pluma. Mi voz balbucea, aún no formada. Acaso aún no nacida. Asisto al abrazo de cielo y tierra anegada y soy el vástago que aguarda su fecundación. De camino a cualquier parte, los patos parpan.