jueves, 17 de enero de 2013

Grosziana / Nachtcafé

George Grosz 

Desafina la luz de los candiles desde las paredes ennegrecidas por su pasado. Las tablas del entarimado se hastían de solo merecer el taconeo de los borrachos y el escupitajo de los banqueros. Es cierto que entre sus resquicios las maderas guardan monedas de cobre que rodaron de alguna propina, inútiles sin embargo para detener la putrefacción de las cáscaras de altramuces jamás barridas. Las jarras guardan memoria de las salivas que transitaron por sus bocas y por ello sienten el orgullo que las aúpa a la consideración de meretrices. Al entrar la puerta no chirría, pero al salir sí.