miércoles, 12 de diciembre de 2012

Nefertiti


Llueve. Mientras ante la taquilla la cola avanza despacio, cae una lluvia sosa, sin ninguna gracia. En el paso provisional, habilitado por las obras, malviven charcos que se entretienen dibujando el encofrado sobre los muros. En el Nuevo Museo da la impresión de que sigue lloviendo dentro de las perneras de los pantalones calados y en la escasa resistencia de los zapatos de verano al agua. Hasta tu sala llego más preocupado por mis calcetines húmedos que por la cronología egipcia, pero de repente estás ahí, Nefertiti, y enseguida veo cuánto echas de menos salir a la calle. Sin paraguas.