En 1908, el poeta ruso Nickolái Gumiliov con 22 años escribió: «¡venga la muerte, sea como sea!», aunque en otro poema reconocía: «No digas nada: es algo excepcional / el privilegio de elegir tu muerte». Diez años después lo imaginaba así: «Y no pienso morirme en una cama… / sino desamparado en una zanja / oculta en la espesura de la hiedra». En 1921 el presagio era ya estremecedor: «En camisa roja, con cara de ubre, / rebana también mi cabeza el verdugo». Ese mismo año, el 25 de agosto, fue fusilado por la Cheka de Petrogrado. Tenía 35 años.