domingo, 15 de enero de 2012

Liber fugit

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Los libros tienen su propia vida. Ahora uno es propenso a creer que se ha disparado la mortalidad infantil entre los libros. Son las cosas que se piensan como respuesta a las impresiones inmediatas. Si a uno, pongamos por caso, le flojea la suela del zapato, es el mundo que se arruga. Los libros tienen su propia vida. Yo tengo uno, por ejemplo, el más reciente, que ha elegido la clausura. En su túnica marrón vive su soledad, como un anacoreta. Me desazona que lo único que le quede sea leerse a sí mismo... De verdad, no importa —me consuela.