jueves, 10 de noviembre de 2011

La coartada

A los catorce años empezó a preparar la coartada. Fue un día en el que se entretuvo, llegó tarde y en el instituto habían cerrado ya la puerta. Se quedó merodeando por la calle, sin hacer nada, sólo pensando. De puro aburrimiento comenzó a memorizar qué diría cuando le pillaran. A todos; a su tutor, a su padre, a sus compañeros. Al día siguiente nadie le preguntó nada, así que tuvo que añadir un apéndice: las razones de que no lo hubiera confesado la víspera. Al otro, el silencio lo complicó aún más, pero él siguió ideando justificaciones, hasta hoy.