sábado, 1 de octubre de 2011

El pilón de la memoria, 1

Ignacio Fortún. Una puta embadurnada de nivea, 1983
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Como las peladillas de los bautizos. Dulzonas por fuera. Azules, rosas, según el bebé. También las había blancas. Al morderlas crujía la costra del azúcar y debajo encontraba una la almendra. A veces le amargaba un poco. Así mismo hubiera dicho yo, al tuntún, que era el amor; aunque, la verdad, hay demasiadas cosas con dos sabores. Los recuerdos son un ejemplo, siempre recubren sus frutos secos con azúcar glasé. Para que brillen, digo. Pero a mí el amor me parece como las peladillas porque si venían del bautizo, a la hora de pagar, se acordaban de regalarme una bolsita.