En cierta ocasión, según relatan los anales pictóricos de los reinos tétricos, se presentaron ante el monarca dos súbditos que se atacaban con idénticas acusaciones. Tetros IV miraba a uno y otro alternativamente para escuchar siempre las mismas palabras que acababa de oír. Mandó que pasaran los testigos, y la escena se reprodujo con estos. Quienes defendían a uno lo hacían como si hablaran ante las aguas quietas del lago, que respondían con los mismos gestos. Ordenó un torneo entre ambos, y los dos luchadores cayeron al suelo en el mismo golpe. A la vez vomitaron sangre y juntos perecieron.