sábado, 4 de junio de 2011

Fenêtres d'Aude 2

.
Sobre las mesas el viento ha acumulado un dedo de arena que nadie retira. Las sillas caídas, desparejadas, que nadie alinea. Una alfombra de hojas que no barre nadie acaso en años. Y el silencio, sobre todo, que el vuelo impetuoso de algún gorrión no consigue acallar. Por un boquete abierto entre los sillares de la memoria he querido contemplar hoy el recuerdo de aquella tarde. Tarde de inicios del verano, calurosa bajo la sombra de las acacias, en el patio del restaurante, con los platos del postre sucios aún sobre el mantel y las copas, las risas, las palabras.