lunes, 4 de abril de 2011

Quai Voltaire

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En el mismo instante en el que el turista valora el encuadre de su fotografía, el perro alza la pata trasera contra la fachada del edificio histórico y lanza un chorro amarillento que le da un brillo momentáneo a la negrura de antiguos orines que acaba de olisquear, un pequeño afluente urbano cruza la acera y anega la cueva natural que había formado un paquete de tabaco arrugado, y la cucaracha que ahí se había refugiado del súbito amanecer corre aún más desorientada hacia el portal. Aprieta el disparador el turista y ufano declara: «La mejor entre todas las ciudades».