martes, 1 de febrero de 2011

Quai de l'horloge


Al dar la vuelta a la esquina por una calle transversal me asomo al paseo por donde he venido para verme llegar hasta allí. La multitud que me acompañaba ha seguido bulevar adelante, y la que se acerca me resulta tan desconocida como la que acabo de abandonar. No es posible que me descubra a mí mismo entre los que no estoy. Tampoco que busque mi espalda entre quienes caminaba antes de detenerme. En ningún lugar de la ciudad me encontraría, salvo que al pasar frente al escaparate de un relojero alguno de los modelos expuestos atrase los minutos perdidos.