De casa sale orgulloso de sus pantalones gris franela y de su camisa negro azulado. Camina despacio para que el polvo de las calles y el barro del sendero hasta la feria dejen la ropa indemne. Con precaución, pica en algunos platos, inclinando siempre el cuerpo hacia delante para evitar el goteo. Después de recorridos los puestos, sigue en sentido inverso entre grupos que ríen, otros cantan. La celebración brilla en los rostros, el suyo ensombrece. Abandona la fiesta por el atajo a Hammat. Si en este momento llegara la muerte, así. Preferiría la vida. Y se da la vuelta.