lunes, 13 de septiembre de 2010

La montaña, 4

A veces pienso en el despego de estos tiempos que te han convertido en una estampa, quiero decir, que sólo sirvas, montaña, para que elijan tu imagen las jovencitas y dibujen en el reverso un corazón. ¿Qué pintor hoy llegaría aquí para pintarte sin que le miraran con la condescendencia con que se trata a un jubilado? ¿Qué poeta escribiría versos aquí que pudiera ensalzar un crítico de suplemento cultural? Es más: quién acude a ti para saber. Sólo te quedan taxonomías: insectos, vegetales… ¿Qué conocimiento hoy buscan los humanos en ti, montaña? Todo ha sido trasladado a otra parte.