jueves, 1 de abril de 2010

SC

—La sentencia.
—Pero...
—¿Cómo que pero? Aquí tiene la sentencia.
—¿Y el...?
—¿El qué? Esas zarandajas ya las cumplimentará mi subordinado más tarde. Tiene un mes para hacerlo.
—Pero...
—¿Qué pero? La sentencia. Ahí la tiene.
—La defensa.
—Eso háblelo con mi subordinado.
—Los hechos.
—Los hechos, en efecto, son de la máxima gravedad.
—Tal vez...
—No hay tal vez que valga. Sólo la sentencia.
—¿Y la sentencia...?
—La dicto yo. El resto trátelo con mi subordinado. A mí no me importa.
—Y si...
—¿Y si qué? Hable.
—¿Y si la razón...?
—¿La razón, dice? Será maleducado, cuestionar mi autoridad.