¿Por qué compraba pinzas de colores si luego, cuando tendía, las sacaba de la cesta alargando el brazo hacia atrás, sin mirar siquiera un instante la que sus dedos seleccionaban? A Gerôme le parecía la misma prosa de los anuncios, de los periódicos, de las novelas. Las palabras igualmente lanzadas al recipiente de la hoja sin ton ni son. El mismo caos que el tráfico en las avenidas de París. No tendía Gerôme por ayudar a su madre, sino para ofrecer poesía desde el patio de vecindad; soñaba que la armonía cromática entre pinzas y ropas encandilaba algún corazón desconocido.