viernes, 8 de mayo de 2009

Haworth's notebook, & 3

Daba igual contar de mayor a menor que de atrás hacia delante, siempre me tocaba en medio. Mis dos hermanas, la grande y la pequeña, en las ventanillas, que atesoraban cuanto podíamos necesitar durante el viaje: aire fresco si nos mareábamos, gente curiosa cuando cruzábamos poblaciones. Nunca descubrí el modo de alterar el orden para evitar el odioso asiento trasero central del coche cada vez que mi padre se sentía nostálgico del pastel de ciruelas de la abuelita y embarcaba a todos, hasta los ositos de peluche, en la gran travesía desde nuestro barrio hasta el pueblo en las colinas.