Me ha dado la impresión —estos días que trato con tanta gente— de que soy un escritor excesivamente complicado, quizá incomprensible. Suena raro: lo explicaré. Quienes viven del mundillo literario —editores, periodistas, libreros, críticos— ni han leído ni leerán jamás una línea mía, sin embargo muestran gran interés en hacerse una idea sobre qué tipo de escritor soy. Es su oficio. De la mayoría de escritores tienen una noción muy clara sin necesidad alguna de leer sus libros, de eso me doy cuenta enseguida. Y con la misma intención me hacen preguntas. Pero al responderlas compruebo que siempre les decepciono.