lunes, 5 de enero de 2009

Pequeño cuento de la noche de Reyes

Había cerrado el embarque del 0501 en el ordenador. Maite y Jerónimo, con quienes había recogido las tarjetas, salieron pitando para cubrir otro vuelo. Me quedé sola porque mi jornada aquella noche había acabado: ¡hacía media hora! Al día siguiente libraba, ¿sabéis lo que significa eso? Faltaba un pasajero, pero no había facturado. Sin problemas. Repentinamente apareció delante con su tarjeta en la mano: gordo, barbudo, sudoroso. Era él: Gaspar García. Lo miré: acarreaba bolsas y paquetes por todas partes. «Señor Gaspar lo siento, el vuelo se ha cerrado». «Por favor, monada». Entonces sonreí: «Lo siento» (y no era cierto).