Estamos solos el piano y yo, tan cerca de Gong como lejos se hallan los sucesos que he descrito en las hojas del viejo cuaderno con tapas de cuero. Cada palabra, guardada en él como cuenco que ha recogido el agua de lluvia, es un paso que me aleja de la ciudad donde nací. Cada renglón un desgarro en el hatillo que necesito para mi marcha. Cada página una razón para atrasar el regreso. Cuando me inclino sobre su blancura asediada por las incisiones de la pluma, huye y cae una gota de la herida que aún no ha cicatrizado.