Tu reflexión me parece exacta. La sigo contigo al pie de la letra. El problema es que cualquier reflexión tiene un límite: el poema. Si llega, echa por tierra todo cuanto se ha pensado sobre la poesía. El poema crece o no crece, con independencia absoluta del tiesto, la tierra y los riegos que uno programe. Pero sin tiesto, sin tierra y sin regadío es el poeta quien se queda sin nada en qué ocupar su atención entre poema y poema. Por eso me gustan tanto las poéticas: son una suerte de jardinería inútil, para plantas en patios de cemento.