Durante mucho tiempo había creído que por ser una torre defensiva el hecho de que le cantaran las cigarras y no el pálpito de una amenaza la desacreditaba. Me lo decía al cruzar por delante en los paseos de verano, cuando sus desgastados sillares, iluminados por el oro del final de la tarde, se mostraban seductores ante la cámara. Que solo disfrute capturando imágenes que ya he fotografiado antes ignoro si es un demérito semejante a la supervivencia de la torre. Es posible que, pese a su brevedad, no sepa qué hacer con el presente. Cómo comprenderlo en sí mismo.