sábado, 4 de febrero de 2023

VII /abandonos



El lago encarna, al anochecer, al señor de las alimañas y de las estrellas. En su condición de mudo, es un papel que representa con solvencia. Un ligero temblor en la maleza, una trémula chispa en lo alto. Ambas, titilaciones que domina por el arte de lo que se repite. Es cierto que nadie le aplaude, pero hay quien se asusta con el estremecimiento. Y también quien se estremece con lo que centellea. Un público seguro, taquilla de supervivencia. Cuando las barcas que lo surcan se recogen en la dársena, el lago imparte clases de permanencia a las que asisto.