Linternas, lámparas, bombillas. La claridad no está en encenderlas a la máxima potencia, sino en apagarlas. En dejar la luz de la luna acostada sobre la arena del sendero que se sigue. No está la claridad en borrar las sombras ni en desbaratar las penumbras, sino en comprender a través de la umbría la certidumbre del camino. No aparece más claro lo que no ven los ojos, sino lo que se sabe que está ahí aunque para verlo sea preciso cerrarlos. La claridad no solo oculta, sino que acostumbra a vivir sin aquello que esconde y solo de madrugada muestra.
JOSÉ ÁNGEL CILLERUELO / LIBROS / ESCRITURAS
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viernes, 30 de marzo de 2018
miércoles, 28 de marzo de 2018
# 587
Cuanto se ha descubierto hasta hoy aún queda por descubrir. No basta ponerle nombre, fecha, lugar. De nada sirve archivar los descubrimientos en gabinetes cerrados con llave, ignífugos y herméticos o en simples cajas de cartón, paraíso de los pececillos de plata. Dentro, carecen de propiedades, de sensaciones, de provecho. Los descubrimientos andan siempre fuera. A la intemperie. Hay que ir a ellos, y descubrirlos cada vez una vez más. Y están, también, en quien los anda buscando. Que al encontrarlos, sabe que los ha encontrado. Los comprende. Los hace suyos un instante y luego los deja a su aire.
lunes, 26 de marzo de 2018
# 586
Nada hay en el tiempo donde reconocerse. Va a lo suyo, cuenta las horas por minutos y los minutos por segundos. Lo único que le importa es no descontarse. Sabe que avanza solo porque existen las fechas y las numeraciones. Sus ojos andan ciegos para cuanto ocurra a su alrededor que no sea su paso marcial. Sin embargo, cómo nos parecemos al espacio, aquel hermano menor del tiempo. El olvidado. Tan iguales al sitio donde estamos somos que si contemplamos nubes, somos nube; si andamos, sendero; si paseamos por la playa, oleaje. Cualquier lugar adquiere ser con lo que somos.
sábado, 24 de marzo de 2018
Maga Losnay, dietario # 585
La palabra oscuridad ilumina. También se puede bailar con la palabra silencio. Los días le añaden significados nuevos a lo que se dice con costumbre de siglos. Sentidos que se incorporan a las palabras, aunque solo los conozcan pocas personas. Igual que los cuentos enseñan que la palabra alfombra vuela y que la palabra flauta reúne, se acumulan otras enseñanzas en las voces con las que se ordena la realidad para que la realidad continúe siempre desordenada. La palabra río acerca, se puede nadar en la palabra duna. Y cada atardecer guardo con mimos en un tarro la palabra luz.
jueves, 22 de marzo de 2018
A destiempo
La mañana en la que el tiempo no comparezca, bien porque haya perdido el tren que lo trae puntualmente cada amanecer, bien porque se tome un día de fiesta que no le corresponda, esté o no justificado, porque eso no me incumbe fiscalizarlo; esa mañana, me digo, en la que los relojes desandarán los círculos y las citas dejarán sobre las páginas de las agendas la mancha de un poema minimalista, aprovecharé para desaparecer. Sin cumplir ningún preparativo me iré a oír los graznidos de las aves migratorias en los abruptos acantilados donde la realidad renuncia a la mezquindad.
martes, 20 de marzo de 2018
Lectura
Si la forma en la que se comprende lo que existe es una manera de leer, cuanto está ahí será una manera de expresar. Una escritura. Y también cuando se lee el tránsito de las nubes y el vuelo de las aves se pronuncia en su irse lo que impulsa al deseo. Leer y repetir lo leído era el medio de los antiguos para conocer. Ahora se usa un interruptor para desechar las sombras y otro para convocar las notas del piano, pero se camina por idéntica senda. Se dice lo que la luz escribe en la mirada para expresarse.
sábado, 17 de marzo de 2018
Cuadernos
No todas las palabras quedan anotadas. Dejo el lápiz un instante sobre el cuaderno abierto y los ojos pasan a leer la página que ofrece la ventana. Las hojas del albaricoque aleteando con el viento como si quisieran aprender a volar, las macetas ingenuas del alféizar, el pájaro que las merodea con insistencia, un trocito de cielo con una nube pizpireta que se muere por salir en el rectángulo de cristal que contemplo para llenarme de palabras que están ahí, conmigo, cuando escribo, pero que no apunto porque ya sé, y estoy seguro, que se podrán leer en las escritas.
miércoles, 14 de marzo de 2018
Becqueriana / 131
De la lavadora la extraigo triste. Bueno, quizá solo arrugada y húmeda, pero con tantos pliegues y el agua que oscurece su viveza se parece a la melancolía. La extiendo con las manos y al extenderla es como si recobrara algo de alegría. Rugosidades aún abundan en el tejido, pero ya no mandan. Ahora las mangas, el talle reviven. Adquieren la forma que tuvieron antes de marearse en el centrifugado. Y en la cuerda, sujeta con dos pinzas de color combinadas con sus colores, al aire, revive igual que cuando un cuerpo la mueve con gracia y soltura. Tu blusa.
lunes, 12 de marzo de 2018
Becqueriana / 130
Hemos empezado a escribir, entre los dos, un libro. Tú le has puesto título: Manual de aves. Yo he preparado los bocadillos, los frutos secos, unos pastelitos japoneses de té verde y el agua para la primera jornada de escritura. «El nido». Será el capítulo inicial. Caminaremos por el bosque alzada la vista. Para descubrirlos. Preguntaremos en los pueblos, para que nos dejen entrar en los cobertizos. Desarrollaremos los siguientes aspectos: ubicación, medidas, materiales, formas, proceso y construcción. De los nidos. A casa regresaremos con el macuto vacío y con el cuaderno lleno de notas. Habrá que redactarlas. Otro día.
sábado, 10 de marzo de 2018
Becqueriana / 129
Todas las historias conducen a una única historia. Una playa. Salitre en el aire. Una mujer camina descalza. A lo lejos la figura de un marinero que extiende las redes en la arena. La espera. Un bosque. El viento agita las copas de los árboles, la vegetación. Un hombre camina ensimismado, ausente. A lo lejos la imagen de una mujer que corta un ramillete de salvia y aspira en su mano el agreste aroma. Le aguarda. Dos luces blancas al atardecer. Siempre hay una historia que está a punto de empezar. El final de cada frase coincide con el inicio.
jueves, 8 de marzo de 2018
# 584
La luna juega al escondite. Busca árboles altos, edificios, colinas para que nadie la vea. Luego, al entrar en una calle, al salir al claro, ahí está. Dice: aquí estoy. Con su círculo incompleto, pero con una luz que sobrecoge en la oscuridad. Corretea también por el cielo. Unas veces contempla el mundo a sus pies, otras parece que se pueda llegar hasta donde se encuentre sencillamente caminando en esa dirección. La luna, su inquietud, enseña algo sobre el tiempo: que la niña o el niño que cada cual ha sido continúa siendo quien juega al escondite con la luna.
martes, 6 de marzo de 2018
# 583
Entre las cepas, por las viñas, voces. Rumor de tijeras. Una bandada de estorninos convierte en pecosa la luz dorada de la tarde. Un tractor con remolque se acerca, a lo lejos. En el sendero, el otoño aguarda paciente con su equipaje de hojas, varas y sarmientos amontonados al pie. Las copas amarillentas de los árboles respiran con dificultad y se les cierran los ojos en el sofá del atardecer. El viento lo aprovecha para concertar citas secretas con sus hojas. Y quienes lo contemplan, caminan; conversación atenta a los silencios y mirada entregada a los diminutos descubrimientos. Sus clarividencias.
sábado, 3 de marzo de 2018
# 582
À memória da Maria Gabriela Llansol, dez anos de saudades
El sueño es la paisajista que planta el caballete, abre la caja con los tubos de pintura, dispone colores en la paleta, traza con carboncillo la línea del horizonte y pinta. Pero el paisaje que aparece no es el que ven los ojos del paseante fortuito que se detiene frente al cuadro y después mira lo que hay detrás. ¿Y por qué no hay nada en el lienzo de cuanto veo ahora delante?, pregunta el caminante accidental. La paisajista, con gesto pedagógico, le explica: No retrato lo que existe, sino lo que existirá porque queremos que exista. Soy tu sueño.
jueves, 1 de marzo de 2018
Maga Losnay, dietario # 581
El deseo es un don que la naturaleza entrega a los cuerpos. A veces en forma de lluvia y viento desatados sobre la realidad. Una avalancha que anega cualquier espacio que se habite. Una fisura en la esfera del tiempo que vierte sobre el presente las horas, las pasadas y aquellas que han de llegar, juntas y enmarañadas. Otras veces, en forma de duna. Suave sensación de deslizarse sobre una arena blanca a favor de una brisa amable. La naturaleza es un inmenso, inabarcable, tratado del deseo. Se estudia con paciencia de erudito y con voracidad de lector de tebeos.