El deseo es un don que la naturaleza entrega a los cuerpos. A veces en forma de lluvia y viento desatados sobre la realidad. Una avalancha que anega cualquier espacio que se habite. Una fisura en la esfera del tiempo que vierte sobre el presente las horas, las pasadas y aquellas que han de llegar, juntas y enmarañadas. Otras veces, en forma de duna. Suave sensación de deslizarse sobre una arena blanca a favor de una brisa amable. La naturaleza es un inmenso, inabarcable, tratado del deseo. Se estudia con paciencia de erudito y con voracidad de lector de tebeos.