Iannis Xenakis
El barco los trae y el barco se los lleva, dice Agnes cuando alcanzan el promontorio desde donde se contempla el puerto. Y Adrastos piensa en el negocio de distribución de retsina que tiene su padre y tuvo el abuelo de su abuelo. Siempre entre estas cuatro paredes de agua, gime Agnes, y Adrastos la anima: todos quieren verse reflejados en un cielo tan limpio, nosotros ya estamos aquí. Qué palabra más pequeña: aquí, se lamenta Agnes. Pero yo te quiero, un día mi padre me cederá las llaves del almacén. Sí, pero cuando leva anclas, los extranjeros ríen felices.