martes, 14 de octubre de 2014

Ciutadella express 5


Entregad mis ojos a Argos, el de los mil ojos, rogaba el despreciado en amores. Quien cerró esta ventana, para que quedara así por siempre, abrió al llegar los ventanales de su casa. El aire recorrió las habitaciones, y los jarrones y figuras de porcelana se contemplaron orgullosos en sus sombras. Solo quedó, en el abandono, el desprendido consuelo del crepúsculo, que a diario acude a lamer las molduras maltrechas y desliza los dedos de ceguera en la imperturbable celosía. Se diría que interpreta en ella una canción portuaria. Triste y desdentada. Romanticismos sin base. Argos ya planea un hotel.