Una faja publicitaria informa de que este libro puede ser «incluso obsceno», y aunque no lo sea, sí sirve para reflexionar sobre la obscenidad. Escrito con más artes poéticas que narrativas (la contracubierta dice que mezcla «lo poético y lo pornográfico»), pronto se advierte que son ingredientes que no pueden mezclarse: la escritura diluye la obscenidad con su ternura, ironía y juego de metáforas. Tan cierto como este triunfo del poema sobre la evidencia, es también que el sexo como tema sostiene fragmentos magníficos, pero en su conjunto produce tedio, repetición; nostalgia de un contenido temático que le dé sentido.