miércoles, 3 de septiembre de 2008

Platón en El Molino






Al pasar junto al Molino la memoria se despereza para evocarme aquel compañero de colegio que vivía en una calle perpendicular al Paralelo. La ventana de su habitación daba sobre un ventanuco, en la pared de enfrente, que algunas noches de verano se abría para airear el camerino de las coristas. Me contó visiones magníficas que yo imaginaba desde su cuarto, mientras jugábamos, viéndolo cerrado. Pienso en el optimismo de Platón. No son sombras de las cosas lo que vemos, sino escenas en el camerino de las coristas que nos cuenta quien las ha visto por un ventanuco medio dormido.