JOSÉ ÁNGEL CILLERUELO / LIBROS / ESCRITURAS

lunes, 26 de febrero de 2024

08 Miradas



La senda acaba cuando se llega a un barranco, cortado a cuchillo, entre una loma y la siguiente. Ante ese final, a nadie le gusta caminarla porque luego ha de volver sobre sus pasos. Los excursionistas prefieren las rutas en círculo. Regresan al mismo lugar, pero sin repetir sendero. Aunque no se dan cuenta de que repiten sentido. Hay más contraste en la ida —admirando lo que aparezca delante— y vuelta, que en seguir una ruta siempre ciega para lo que se deja atrás. Estaba a punto de decírselo cuando me lo explicó, sentado en una peña ante la quebrada.

jueves, 22 de febrero de 2024

07 Miradas



En los soportales que hay en el exterior del mercado, allí donde los campesinos de la zona venden frutas de la época y verduras de sus huertos, tenía su tenderete. Lo cuidaba con esmero. Fue lo primero que me llamó la atención, con qué gracia y armonía de colores ponía a la venta lo que le habían traído, de madrugada, hortelanos poco hábiles para el comercio. Iba a diario. Las lechugas conservaban gotas de rocío en sus hojas. En los pedúnculos de las manzanas se podían ver restos de savia. Nunca en mi vida he comido tanta verdura como entonces.

domingo, 18 de febrero de 2024

06 Miradas



Al sastre de la familia le preguntaba, cuando venía a tomar medidas, por los tejidos de los chaqués elegantes, por los secretos que hacían triunfar al pantalón, por el trazo de la sisa en las camisas. Se diría que la moda masculina despierta mi interés, pero no es así. Indago solo para documentar mis suspiros. Aquel que ha de llegar no puede aparecer desnudo. Igual que imagino las palabras y el tono que usará cuando me hable, también lo engalano conforme a las razones de esta época. Tal vez por eso cuando llegó de verdad no supe, en absoluto, reconocerlo.

martes, 13 de febrero de 2024

05 Miradas



Un desdibujado sendero conduce a la gruta y aunque aparezca en las guías no es fácil descubrirla. De vez en cuando algún grupo de excursionistas la busca entre la columnata de álamos negros que la protege. Los visitantes suelen perder la orientación fácilmente y aparecen al otro lado del bosque, en el prado donde las vacas los miran con repentina curiosidad. Preguntan a voces, desde lejos, si me ven rondar por ahí. Les digo que no sé nada. Que no conozco la zona. Desazonados, se dan media vuelta. También desaparezco entre árboles. Si no fuera tan esquivo quizás la encontrara.

viernes, 9 de febrero de 2024

04 Miradas



Tal como se entiende comúnmente, creía que las ventanas sirven para contemplar el exterior desde un interior. Hasta la luz colabora en este propósito anulando con reflejos la transparencia de los cristales. Y al anochecer, ahí están las persianas para solucionarlo. Por eso me sorprendió tanto verle asomado a la ventana del taller de costura desde el patio. Con ojos atentos, como si buscara dentro algo o alguien en concreto. Me pareció que su mirada no admitía dudas, pero éramos veinte chicas trabajando y mi probabilidad solo una. Menos mal que la matemática es una ciencia ciega. Como los cristales.

lunes, 5 de febrero de 2024

03 Miradas



No vi resplandor alguno. Ningún brillo que llegara de lejos como un presagio. Tampoco claridad que no fuera la escasa que los nubarrones de tormenta imponen al día. Ni siquiera llameaban candelas en el pequeño altar excavado en la piedra al pie del camino. Aunque ocurriera en invierno, no ardían por los campos vecinos restos de alguna poda. Hasta el riachuelo que corre por el lugar se agazapaba bajo la maleza para no provocar destellos. No existió ninguna señal aquella tarde que se apresuraba a entregarse entera a las sombras. Y sin embargo solo recuerdo de su rostro la luz.

jueves, 1 de febrero de 2024

02 Miradas



De jovencita mostraba mi rebeldía cada vez que al inicio del verano me compraban sandalias nuevas. Iba al río, me sentaba junto al cauce y sumergía los pies hasta el tobillo. Luego, chapoteando al andar, regresaba justo a la hora en que la casa había sido fregada de punta a punta. Mi madre me obligaba a permanecer en la puerta hasta que el calzado, que chorreaba, se secara. No sé por qué me puse tan nerviosa cuando lo vi aparecer. De haber sabido lo que ocurriría entonces me hubiera sentado a encender un cigarrillo de los que tenía prohibido fumar.